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ME DECLARO FIRMEMENTE EN CONTRA DE LOS NERDOS

“In theory there is no difference between theory and practice; in practice, there is.
—Yogi Berra

En el mundo de la academia es pan de cada día convivir con nerdos. En general son tolerables, agradables incluso, pero de vez en cuando dicen o hacen algo que me recuerda lo terriblemente equivocada que es su corriente filosófica y cuán dañina puede ser para ellos y para la gente a su alrededor.

La nerdogénesis

La psicología del nerdo es la siguiente: En algún punto de su vida, el nerdo notó que no es particularmente bueno siendo social. Probablemente es medio penoso y callado, lo cual lo lleva a ser algo recluido, incluso si es en realidad una persona bastante agradable. Sin embargo, en lugar de reconocer esto como un problema y buscar solucionarlo, mejorándose en sus habilidades sociales y siendo más normal, el nerdo piensa que el problema no es responsabilidad suya, sino de la sociedad, pues esta no ha logrado incluirlo adecuadamente, y como no hay quien mejor represente a la sociedad que la gente promedio, quienes no tienen problema adaptándose socialmente, el nerdo se vuelve antagonista a la gente normal. En un desesperado intento por pertenecer, el nerdo sustituye desarrollar una verdadera personalidad por hiper-especializarse es un subdominio muy particular en el cual podrá confirmar que es, en efecto, mejor que el promedio —incluso si es tan sólo en un aspecto mayormente irrelevante que, en realidad, a nadie le importa.

Okay, tal vez estoy generalizando demasiado aquí tan sólo para divertirme, pero el punto es que el nerdo es alguien quien deriva un sentido de identidad de su especialización, que si bien llega a ser admirable por el nivel de dedicación y compromiso que puede demostrar, naturalmente prioriza más el demostrar complejidad sobre el ser útil.

La falacia de los nerdos

Ello sería inofensivo y hasta algo tierno de no ser porque hoy en día el ambiente académico —así como nuestra sociedad tecno-industrial en general— está excepcionalmente desconectado de la realidad, de tal manera que somos increíblemente crédulos ante lo que es complejo y aparenta ser útil cuando en realidad no lo es. No jerarquizamos el conocimiento en una escala cuán útil es, sino en una escala de correcto/incorrecto (de cuán “racional” o “lógico” es), pero frecuentemente eso lleva a la acumulación de conocimiento que, si bien es puede ser correcto individualmente, es mayormente irrelevante. Nassim Nicholas Taleb, autor de Skin in the Game y de quien tomo prestadas varias ideas para este artículo, llama esto la falacia de la madera verde, gracias a una historia en la cual un comerciante hizo una fortuna vendiendo este tipo de madera —sin tener la más mínima idea de que lo “verde” hace referencia a su frescura, no a su color—, mientras que alguien que conocía hasta el más íntimo detalle de esta fracasó.

El verdadero potencial de daño, tanto de esta falacia como de los nerdos, quienes son su más grande víctima, surge cuando se habla de áreas en las cuales no existe un medio empírico para verificar los hechos y su utilidad —en la academia, principalmente las ciencias sociales—, de tal manera que uno puede inventar teorías que forman narrativas aparentemente complejas, cohesivas y lógicas para nosotros, pero que en verdad están totalmente desconectadas de la realidad y que, traídas a la práctica, producen efectos completamente distintos a los esperados. Lo que es peor, la ausencia de este medio también implica que quienes inventan estas conclusiones nunca podrán ser desmentidos decisivamente, por lo cual no corren riesgo al postular sus conclusiones, por más disparatadas que puedan llegar a ser.

Freud, un completo nerdo y el autor de diversas teorías intuitivamente palpablemente falsas para cualquier persona normal —envida del pene, complejo de Edipo, ansiedad de castración (literal)— se llevó toda la fama y nunca sufrió consecuencia alguna por el daño que llegó a hacerle a sus pacientes, aun habiendo reconocido que no llegó a ayudar a ninguno. De una manera algo similar, Marx sigue siendo estudiado en las clases de teoría económica, incluso cuando sus teorías, por más lógicas que parezcan, en la práctica no han llevado a nada más que a la creación de estados totalitarios y, tarde o temprano, fallidos. No debería ser sorpresa entonces que en vida Marx fue un completo fracasado.

Inteligencia de verdad

Lo complejo frecuentemente aparenta ser inteligente, razón por la cual la gente que es premiada bajo el rubro de presentación siempre busca las soluciones más complicadas, sin embargo quienes actúan en práctica buscan siempre, aunque normalmente inconscientemente, las heurísticas más simples para resolver sus problemas. Observa, por ejemplo, lo que (el nerdo de) Richard Dawkins argumentó que ocurre dentro de la cabeza de un jugador de béisbol contra lo que en realidad ocurre (tomado de Skin in the Game):

Richard Dawkins (…) argues that “He behaves as if he had solved a set of differential equations in predicting the trajectory of the ball. At some subconscious level, something functionally equivalent to the mathematical calculations is going on.” (…) Instead, experiments have shown that players rely on several heuristics. The gaze heuristic is the simplest one and works if the ball is already high up in the air: Fix your gaze on the ball, start running, and adjust your running speed so that the angle of gaze remains constant.

Por consiguiente, la inteligencia se puede definir más como la facilidad de alguien para encontrar la solución más simple a un determinado problema, cosa que depende más de la creatividad y el ingenio y menos de la complejidad y la memorización de factos diversos.

B E L I E V E